jueves, 21 de noviembre de 2013

Sapa: un viaje al pasado

La vuelta a Hanoi era corta, volvíamos al hotel en el que habíamos estado los dos primeros días y allí nos habían lavado y planchado la ropa que habíamos dejado y cuidado las maletas por los tres días que habíamos pasado fuera.
La verdad es que son unos lujos tan baratos...
La siguiente visita era Sapa, un pueblo al borde de China que está a 300 km de Ha Noi, y solo se tarda 9 horas en tren...Nuestra decisión fue ir de noche, puesto que puedes ir en trenes cama, que no son muy cómodos ni silenciosos, pero se sobrelleva, sobre todo si compartes cabina con un vietnamita que habla español-cubano y era el alma de la fiesta. Allí nos dimos cuenta que los guías de españoles suelen ser vietnamita-cubano, puesto que muchos se marcharon a Cuba durante la guerra de Vietnam y ahora están volviendo con las familias que han formado en latino america.

Nosotros íbamos sin guia y como era un viaje poco planeado no teníamos idea de que el día que llegábamos a Sapa (domingo) había uno de los mercadillos más famosos de la zona y que atrae a bastantes turistas. Nos lo habían dicho en el hotel de Hanoi, nos podían haber organizado un tour con guía y decidimos hacerlo por nuestra cuenta. Lo malo es que después de 9 horas de viaje, sin apenas dormir e ir al hotel, que estaba en lo alto de una montaña a 50 minutos de la estación y por una carretera llena de curvas y barrancos, nos dijeron en éste que el mercado estaba a dos horas de allí, y que no deberíamos haber subido a la montaña, porque teníamos que deshacer el camino...Y no sólo eso, no había plazas para ningún tour porque esto se reservaba con más tiempo. Pero después de muchísimas llamadas nos consiguieron un conductor privado que nos llevara, que salía bastante más caro y nos daba un poco de cosa, pero me alegro de haberlo hecho, porque aunque el mercado no era una cosa impresionante, la atracción cultural era lo mejor que he visto nunca. 
El mercado está en Bac Ha, y consiste en que todas las etnias que viven en Sa Pa van a vender y comprar animales, comida, artesanía hecha por ellos mismos. El festival de color de las ropas de las distintas etnias es una maravilla, y para todo el que le guste la fotografía, es más que recomendable, porque es como vivir en un documental.
Con el conductor también venía una chica de 23 años de una de las etnias y nos explicaba cómo vivían, historia de las distintas tribus y sus tradiciones.
La población de Sa Pa vive del campo, y de una forma medieval, pero con teléfono móvil, aunque no smartphone. Algunos tienen hasta televisión...
Pero sus costumbres sí son del medievo. 
Las mujeres tejen y los hombres labran, ellas salen a vender a los turistas con sus bebés a cuestas y los hombres se ocupan del campo, del cultivo del arroz.
Apenas tienen recursos y el gobierno les ayuda con obras sociales, colegios para los niños, o les cede tierra y a cambio ellos siguen viviendo sin agua corriente, apenas luz y con los animales dentro de casa. El reclamo turístico es excepcional.
Esta chica, hablaba bastante bien el inglés y lo mejor es que no lo aprenden en la escuela. Son capaces de hablar inglés, francés, alemán, incluso japonés porque viven rodeados de turistas desde que son pequeños, y sobreviven vendiendo pulseras, bolsos o cualquier cosa que puedan hacer de forma manual.
La realidad en muchos casos es otra, pocos hacen los productos que venden, éstos se hacen en talleres llenos de chinos hacinados, ellos lo compran para que las niñas y mujeres lo revendan a los turistas, y éstas no vayan al colegio pese a que tengan la oportunidad, porque estudiando no ganan dinero y no ayudan a la familia. Lo bueno que sacan es que aprenden inglés y otros idiomas en la calle, pero eso no les ayuda a evolucionar. Mi pregunta es si no eran mas felices antes que "les descubrieran" e hicieran la carretera que les comunica al resto del mundo. 
En cualquier caso, para mi fue lo mejor de todo Vietnam y volvería aunque según pasen los años, estará más explotado y perderá el encanto.



Fue interesante el paseo por uno de los poblados, entre cultivos de arroz y barro, mucho barro, sobre todo creado la noche de antes, que llovió mucho. En nuestro paseo, además de un guía, se nos unieron dos mujeres de las tribus, y nos ayudaban a no resbalarnos por esas tierras, además de contar historias de cómo vivían.
Curioso que al final del camino, su ayuda por supuesto no era gratis, nos intentaron vender cosas, compramos a una de ellas, pero no de la otra porque no me gustaba nada, eso sí, decidí darles dinero y que se quedaran con los productos para venderlos a otras personas. Algo que sin querer pareció ofenderla, no deben estar acostumbrados a que les paguen por su tiempo en vez de por sus productos.


Y nuestra visita a Sa Pa se hizo corta, tuvimos que correr para coger el tren, ya que el autobús que nos llevaba a la estación tuvo un problema y a mitad de camino tuvo que ir bastante despacio. Tantas prisas hicieron que Luisma cogiera del autobús una mochila que no era nuestra, con suerte nos dimos cuenta antes de montar en el tren, pero hubo 20 minutos de bastante tensión, yo sóla esperando en la estación mientras Luisma corría de un lado al otro para encontrar a alguien con nuestra mochila. Cuando ya iban a abrir las puertas del tren, vimos a una mujer con cara de desesperación y nuestra mochila! Era una mujer alemana que apenas hablaba inglés, pero con su mirada nos lo dijo todo, casi nos mata...