Ya hemos vuelto del paraíso. Que pronto se acaba lo bueno. Me hubiera quedado en el barquito por unos días, semanas o meses más, de no ser porque de vez en cuando se movía tanto que daban ganas de echar hasta la primera papilla...
El primer día lo pasamos en Airlie Beach, que es el complejo turístico que acoje a todos los mochileros que viajan por Australia. Aunque el pueblito tenga nombre de playa, no hay playa, sólo una imitación de ella en forma de piscina.
Lo mejor venía al día siguiente, el día que embarcamos.
Embarcamos de noche y después de la explicación de las reglas del barco y planing del viaje, empezamos a navegar, nunca había visto tantas estrellas en el cielo.
Al día siguiente amanecimos en una de las 10 mejores playas del mundo (junto con la de Tasmania, ya puedo decir que hemos estado en dos de las mejores...). Su nombre es Whitehaven. La arena parecía harina de lo fina que era. Y el agua era tan cristalina que se podían ver los peces sin necesidad de meterse en el agua. Y todo a pesar de que dijeron que no estaba del todo clara por el ciclón que hubo hace dos meses.
Allí hicimos nuestra primera prueba de buceo, para quien nunca lo hubiera probado, pensamos que fue una buena introducción puesto que se hacía cerca de la orilla, lo que sirvió para quitar miedos y animar o echar para atrás a algunos antes de meterse en el medio del oceano.
De allí, nos dirigimos a Hook Island a hacer esnórkel. Fue un pequeño aperitivo de lo que nos ibamos a encontrar en la barrera de coral.
Después del intenso día que empezó a las 6,30 de la mañana, nos relajamos en la cubierta del barco contando estrellas fugaces. Ganó Juliano...
Al día siguiente nos despertamos en uno de los corales de la gran barrera de coral, la más grande y famosa del mundo.
Nos tocó bucear en el primer grupo, a las 8 de la mañana con el fresquito...menos mal que la temperatura del agua era más alta que la de ambiente a esas horas.
Luisma se perdió por un momento y al instructor casi le da algo, se le oyó maldecir dentro del agua a unos cuantos metros de profundidad.
En la inmersión nos encontramos con un tiburón (pequeño), pensaba que si veía uno me iba a cagar de miedo, pero era tan chiquitillo que Juliano y yo salimos disparados a perseguirle. Pero se nos escapó. Nos encontramos con otro grupo de buceadores que nos hicieron señas de que habían visto tortugas marinas, pero nosotros no tuvimos la suerte. Después de bucear, fuimos a hacer esnórkel y la verdad que para mi gusto, casi estuvo mejor que el buceo, se ven muchos más peces, más pequeños pero de muchos colores y el coral es una maravilla.
Era como estar en un documental con cientos de peces nadando juntos para evitar ataques de peces más grandes, o de buceadores... Vimos a todos los amigos de Nemo, menos a Nemo, que debería estar escondido en su némona.
Allí pasamos la noche y después llegó la parte donde peor lo pasamos todos, hacía bastante aire y tocaba volver, así que el barco se balanceaba de forma importante...Fue un alivio llegar a la zona de islas otra vez, de la que saltamos por la proa por última vez a ver más pececillos de colores antes de volver a tierra firme...
1 comentario:
Que pasada! he visto fotos de la playa que comentais por internet y no veas...seguro que es mejor en persona eh? jeje
DDM
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