Este año he tenido la suerte de volver al Australian Open y ha sido sin planearlo con anticipación. Dos días antes mi jefe me dijo que fuera para Melbourne a trabajar unos días y pese a que cada vez me da más pereza ir, porque cada vez que voy lo único que hago es perder el tiempo, esta vez me importaba menos porque la ciudad estaba en medio del Gran Slam y Nadal aún estaba jugando.
El año pasado compramos con bastante tiempo de antelación las entradas para la final pero Nadal se lexionó y no tuvimos la suerte de verlo. Este año, pese a que las entradas estaban acabadas y pensaba que Nadal jugaría por la mañana, de repente me dí cuenta que jugaría por la tarde y que abrieron a la venta tickets sueltos. Así que lo logré! Ví a Nadal! Y aunque estaba sentada sola entre la multitud, el estadio estaba lleno de españoles, y es que cada vez somos más. Y es que aunque me llevé la bandera, había tantos españoles con ella que a mi ni me enfocaron, además tuve la suerte de estar cerquita de la pista y por ahí raramente enfocan, a no ser que hagas mucho ruido o seas la novia del tenista y yo sola, ni lo uno, ni lo otro.
Ya hace tres años que llegamos y donde antes nos sonaba raro escuchar hablar español, ahora estamos más que acostumbrados, vamos que hasta Nadal hablaba en español con el juez de silla. Cada vez están llegando más y es que como dicen las noticias de España, los jovenes se están yendo.
Eso sí, los que llegan ahora tienen que luchar contra una moneda superfuerte, por 1 Euro ahora te dan 1,20 dolares australianos, nosotros tuvimos la suerte de cambiar nuestros euros por el doble.
En fín y de vuelta al tenis, que este año veremos la final desde casa o el bar y no desde las gradas, pero al menos yo he podido ver a Nadal en un juego emocionante en cuartos de final. Vamos Rafa!
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