lunes, 14 de junio de 2010

Whitsundays Segunda Entrega

El barco al que fuimos se llamaba Anaconda III y pese a que cuando lo vimos en el puerto el primer día, nos asustamos un poco de lo pequeño y viejo que parecía a lo lejos, una vez dentro nos dimos cuenta de lo bien cuidado y repartido que estaba todo. Porque aunque no lo pareciera, cabiamos 32 personas más la tripulación. Aunque claro, la tripulación dormía en la velas. Ponían los sacos de dormir entre las velas dobladas y ahí se quedaban...
Cada camarote tenía su propio baño, parecido al baño de los aviones, pero con ducha y todo. El problema es que la ducha tenía que ser de un minuto, para no malgastar el agua que había en el barco. Vamos, que para quitarse un poquito la sal, pero no muy a fondo... Aunque con agua fria tampoco apetecía mucho una ducha de media hora.
En el barco se iba a la australiana, descalzo. Acabo de recuperar la piel de mis plantas... El único momento en que nos calzabamos era a la hora de ponernos las aletas y plas! zambullazo al agua!
Una maravilla.
La comida estaba buena y no nos quedabamos con hambre, tenían el detalle de sacar algo para picotear después de cada inmersión, de las que salíamos siempre hambrientos.
Por otro lado, la tripulación era muy agradable y con muy buen humor. Estaban dispuestos a hacer lo que sea para que lo pasaramos bien y llevarnos un buen recuerdo. Lo consiguieron...
Lo unico que no ofrecían era la solución contra el mareo, sólo la borda para vomitar. No es que nos movieramos mucho, pero a la vuelta hacía viento y el barco se balanceó bastante. De 32 personas fui la única que se llevó pastillas contra el mareo, y las tuve que repartir porque algunas chicas, pobrecillas, estaban verdes...
En cualquier caso sólo fueron dos malas horillas, por lo demás, el resto de la experiencia no podía haber sido mejor.
Si alguien planea venir a Australia de turismo, lo sugiero como parada obligatoria, tanto si se piensa ir a un barco con 32 mochileros como si el presupuesto es mayor como para alquilar un barco e ir por libre.
Esta zona no está tan explotada como Cairns (o al menos eso dicen), aunque el coral pilla un poquito más lejos. Pero de camino se puede hacer parada en las islas y sus playas solitarias, entre ellas Whitehaven, que es como estar en el paraiso. No sólo la claridad del agua es increíble, sino que está llena de mariposas gigantes de colores revoloteando. No puedo decir más, sólo poner las fotos (próximamente enlace izquierda) y decir que en persona, es mucho mejor.

1 comentario:

tania dijo...

que passada...