martes, 9 de febrero de 2010

Tasmania salvaje

Este fin de semana hemos ido a Tasmania. Y se puede describir con dos palabras, natural y salvaje. La vista desde el avión nada más entrar en Tasmania ya prometía: verde e inhabitada.
Una vez en Hobart y despues de recoger el coche, nos dirigimos a trompicones a las cascadas Russell y el camino de los árboles gigantes. Digo a trompicones porque era la primera vez que conduciamos un coche automático y no sabíamos muy bien cómo funcionaba, de vez en cuando el coche respondía parandose en seco. Menos mal que no hay muchos coches por las carreteras de allí...
Una vez cogido el tranquillo, llegamos a las cascadas, mucha agua cayendo desde muy alto. Pero con un "problema", que sólo se veía la parte de abajo, había tantos árboles alrededor que no se podían ver enteras. Aún así les daba su encanto, y es que también esta bien que se conserve la naturalidad de los sitios, por muchos turistas que pueda atraer el lugar.
Por otro lado, algunos de los árboles que rodeaban ese paraje medían cerca de 100 metros de altura, y sus troncos eran inmensos. Algunos de ellos se habían caído y suponemos que en el momento en que cayeron tuvieron que formar un buen escándalo.
Después fuimos al Lago San Clair, que es uno de los puntos de la ruta a pie más famosa de la isla, una ruta de seis días, que evidentemente no nos dio tiempo a hacer.
Para terminar un día que empezó a las 6 de la mañana desde Sydney, no lo podíamos despedir de otra forma que comiendo el famoso y rico salmón de Tasmania.
Al día siguiente, madrugón y visita al parque natural Freycinet, dónde se encuentra (según catalogan) una de las diez mejores playas del mundo, Wineglass Bay. Y la verdad es que no me extrañaría, porque la playa es una maravilla, aunque de difícil acceso. Tres horas de ruta de ascenso y bajada de montaña.
Para descansar los pies, nos fuimos a una calita mucho más pequeña (Honeymoon Bay) a hacer snorkel en las frías aguas del sur.

El largo día lo terminamos en las Friendly Beaches, playas de arena blanca y aguas azules, pero que cuando llegamos ya era tarde y estaba nublado, demasiado fresco para darnos un baño.
Y el último dia fuimos al mirador de Hobart, el monte Wellington, desde donde se veía toda la ciudad y parte del Este de la Isla, además de ir a Port Arthur, la principal penitenciaría de Australia donde trajeron a los presos britanicos en los inicios. Lo que lo convierte en uno de los pocos edificios antiguos que tiene este joven país.
El siguiente post irá de la fauna de allí y anécdotas del viaje.

4 comentarios:

Jose Antonio dijo...

ganas de ir para allá.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Unknown dijo...

Puff qué pasada, ya tengo ganas de ver a los "diablillos" ;-)

Anónimo dijo...

Madre mía qué maravilla..y esa playa quita el hipo! :)

DDM